El término “empresa inteligente” surge en un momento donde el sentido de competencia se basa en la velocidad de transmisión de la información. Una empresa inteligente es aquella que hace modificaciones en su forma de operar tanto interna como externamente, en base a los conocimientos ya adquiridos y las demandas del entorno.

Se trata de una capacidad absoluta de adaptación, donde el avance tecnológico, la información y el capital humano son los pilares de las actividades laborales y el desarrollo de liderazgo.
Una empresa crece cuando traduce las enseñanzas obtenidas de su pasado en nuevas formas para orientar el crecimiento.

La revolución industrial y la revolución del conocimiento quedaron atrás. Hoy es simplemente la velocidad de la información, quien lidera prácticamente cualquier ámbito.
Por ello, es de suma importancia que los dirigentes de las compañías desarrollen un pensamiento empresarial en armonía con el nuevo contexto del ambiente tecnológico.